¿Y si me enseñas también el coño?
Su hermano era muy pesado, siempre persiguiendo a la chica, hasta en la ducha. Hasta la espiaba cuando se masturbaba en su cuarto, él se pajeaba a escondidas viéndola. Pero un día, en una de esas charlas de hermanos tan típicas, el muchacho consiguió algo impensable. Se le salía un poco la teta del camisón y le dijo si se las podía ver. Para su sorpresa la chica se las enseñó las dos. Eran dos tetas bonitas, con pezones grandes. Con solo eso su polla parecía salirse de los pantalones. Le dijo si podía verle el coño y ella, tras pensárselo un segundo, se lo enseñó entero. Lo tenía mojadito y caliente, una auténtica delicia.
La cosa ya se les había ido de las manos, el chico necesitaba descargar el depósito y ella le hizo una mamada. Después de eso follaron juntos hasta que el chico por fin se vació en la boca de su hermana.